Tal y como le gustaba repetir a Lenin, los hechos son testarudos y al final se imponen. El motor del desarrollo desigual ha hecho emerger desde el atraso asiático a gigantes imperialistas de tamaño inédito. China se ha convertido en la potencia imperialista que está poniendo en discusión el viejo orden. Estados Unidos ha comenzado a oscilar en su declive relativo, y los viejos bandidos imperialistas europeos se han puesto sobre el camino de la unificación política y militar para combatir con armas pares en la lucha de reparto del mundo animada por potencias de dimensiones continentales. «En el capitalismo es imposible un proceso uniforme de desarrollo económico de las distintas economías y de los distintos Estados. En el capitalismo, para restablecer de cuando en cuando el equilibrio alterado, no hay otro medio posible que las crisis en la industria y las guerras en la política». El orden mundial ha entrado en crisis, con una serie de guerras locales que lo resquebrajan cada vez más. Se ha abierto una nueva fase de la historia mundial que llevará a una nueva ruptura general del orden. La burguesía, con su barbarie civilizada, se verá a obligada a sacudir y movilizar a miles de millones de personas, y la clase de los asalariados se verá obligada a tomar conciencia de sus intereses históricos. La asimilación de las batallas de Lenin por la estrategia da fuerza al desarrollo del partido-ciencia, e inmensas masas de jóvenes trabajadores en el mundo necesitan de esta fuerza. La carrera ya ha comenzado. Las generaciones conscientes deben acelerar el paso para recoger el desafío.

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